Imagen: Flickr.
La construcción de los templos duró unos 20 años y su propósito era impresionar a los vecinos del sur así como reforzar la influencia de la religión de los faraones en la región. Propósito que cumplieron hasta el declive de la civilización egipcia, cuando los templos fueron olvidados y la arena del desierto fue, lentamente, adueñándose del lugar.
Templo de Ramsés a principios del siglo XX
Más de 3.000 años después de su construcción, en 1813, el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt los halló cubiertos en buena parte por la arena. A su vuelta a Europa compartió su descubrimiento con su colega Giovanni Belzoni, quien no dudó en viajar al lugar en 1815 con la firme intención de acceder a los templos.
Entrar no iba a ser tarea fácil. El templo de Ramsés, con sus cuatro colosos guardando la entrada, estaba invadido por tal cantidad de arena que Belzoni abandonó decepcionado su empresa y no la retomaría hasta 1817, dos años después. Esta vez tendría éxito. Consiguió excavar un acceso al templo para, eso sí, llevarse todos los objetos de valor que fue capaz de transportar, algo habitual en los exploradores de la época.
Emplazamiento original del templo de Ramsés II, a orillas del Nilo, en una imagen de primera mitad del s XX
La Presa
Desde la antigüedad el Nilo se desbordaba anualmente. Estas crecidas, al dejar un sedimento de nutrientes en el suelo, convirtieron las tierras próximas al río en una fértil planicie ideal para la agricultura. Sin embargo, la impredecible alternancia del nivel de las crecidas conllevaba la pérdida de cosechas enteras por anegamiento o sequía y la consiguiente hambruna en la población, por lo que se consideró necesaria la construcción de una presa que regulara el nivel de las inundaciones para proteger las tierras de labor y los campos de algodón.
La construcción de esa presa en Asuán fue iniciada por los británicos en 1899 y se concluyó en 1902. El diseño inicial, muy poco ambicioso, pronto se mostró ser inadecuado, por lo que se procedió a aumentar su altura en 1912 y de nuevo en 1933. Cuando la presa estuvo a punto de desbordarse en 1946 se decidió que, en lugar de aumentar su altura por tercera vez, se construiría una segunda presa ocho kilómetros río arriba, que además de ayudar a controlar las crecidas, suministraría energía eléctrica a buena parte del país.
El problema era que esa construcción crearía un enorme lago (lago Nasser) que sumergiría bajo sus aguas una gran cantidad de tesoros del antiguo Egipto, entre ellos los fabulosos templos de Abu Simbel.
Para salvar los principales monumentos localizados al sur de la presa, una coalición de arqueólogos, técnicos y expertos de 22 países abanderados por la Unesco, comenzó a idear los planes para el rescate.
Una de las ideas fue propuesta por un productor de cine británico llamado William MacQuitty. Su idea era salvar los templos dejándolos donde estaban, y construyendo una presa alrededor de ellos que contuviera agua filtrada mantenida a la misma altura que la superficie del agua del río Nilo. Los visitantes podrían ver los templos desde unas galerías situadas a distintas profundidades. Con el tiempo, pensaba MacQuitty, la energía nuclear sustituiría a la hidráulica (sí, eran los tiempos dorados de la energía atómica y muchos pensaban que sería la gran solución a los problemas energéticos) haciendo que la presa acumulase menos agua y la consiguiente bajada del nivel permitiese poder ver de nuevo los templos. La propuesta se tomó en serio y el proyecto llegó a ser redactado y siempre ha sido considerada como sumamente elegante y probablemente la mejor en términos de conservación de los templos. Hubo otras propuestas, quizá la más descabellada era el de levantar todo el complejo sobre un conjunto de cabrias, pero todas ellas se rechazaron. Finalmente la solución adoptada sería otra.
La decisión tomada no fue otra que la de mover el mayor número de templos posible. En una carrera contra el tiempo, se procedió a desmontar pieza por pieza, literalmente, algunos de los templos más importantes, para volver a montarlos en nuevos emplazamientos, lejos de las crecientes aguas. Esa fue la suerte que corrieron, entre otros, los templos de Kalabsha, Kertassi y Bet el-Vali, trasladados a una isla en las cercanías de la presa. El conjunto de santuarios de la isla de Filae se pueden contemplar hoy en la isla de Agilkia. Otros templos, como los de Dendur y Debod, salieron de viaje hacia Nueva York y Madrid respectivamente, como signo de agradecimiento del gobierno egipcio hacia estas ciudades por la ayuda prestada. Lamentablemente, muchos otros acabaron sumergidos, a la espera de que se desarrolle una tecnología que permita su rescate y lo haga económicamente factible.
Los templos de Abu Simbel no fueron la excepción. En junio de 1963 se tomó la decisión definitiva: cortar los templos en grandes bloques, de una veintena de toneladas cada uno, elevarlos hasta un nivel que los resguardase de las aguas del lago formado por la presa y reconstruirlos con todo cuidado, de manera que tuviesen una situación lo más idéntica posible a la original. Así, después de treinta y tres siglos, se volvía a trabajar por la gloria de Ramsés.
Su salvamento se inició en 1964 y costó la suma de 36 millones de dólares. Entre 1964 y 1968, los templos se desmantelaron para volver a ser reconstruidos en una zona próxima, 65 metros más alta y unos 200 metros más alejada.
El desmantelamiento empezó con los bloques superiores de las fachadas junto con los bloques de piedra de los techos de los templos, y terminó con los bloques de las partes bajas. La colocación de los bloques fue realizada en orden inverso. En cualquier caso, solo una pequeña cantidad de bloques pudieron ser llevados desde el antiguo emplazamiento al nuevo de forma directa. La mayoría tuvieron que ser almacenados durante largos periodos en áreas especialmente preparadas para ello.
Los distintos bloques fueron numerados para que en la reconstrucción ocuparan el mismo lugar que antaño tenían. El periodo de almacenaje de los mismos ofreció la oportunidad de que pudieran ser sometidos a una preparación y restauración antes de ser colocados en su emplazamiento definitivo.Sin embargo, antes de proceder con esta ardua tarea se llevaron a cabo una serie de trabajos preparatorios. En primer lugar, para evitar la llegada de las aguas durante las obras de rescate fue necesaria la construcción de un muro de contención situado frente a los templos. Se realizó también un túnel de acero que penetraba en el interior de los templos y que permitía el acceso a los mismos durante el desmantelado de las fachadas. Además, como precaución ante el incremento de presión y vibraciones provocada por la excavación y la retirada de la roca sobre los templos, se construyeron unas vigas de carga para estabilizar los techos interiores de los mismos.
Para colocar cada pieza en el nuevo emplazamiento se elaboró un mortero de unión y relleno para las mismas compuesto de polvo de piedra arenisca y un colorante cuya tonalidad era similar al de los bloques, así como cal viva y cemento blanco empleado como agente compactante.
Con el fin de descargar a los templos de la carga pesada que supone el tener toneladas de roca sobre ellos, se realizaron cúpulas que permitían tal función, así como el disminuir la cantidad de roca necesaria. La cúpula del gran templo, el de Ramsés II, tiene unos sesenta metros de envergadura y veinticinco de alto, convirtiéndose, en aquel momento, en la mayor bóveda portante de la época.
Emplazamiento actual de los templos. |
El siguiente video, en inglés, muestra el proceso llevado a cabo para la creación de la cúpula de hormigón que protege y da soporte al templo, así como el método seguido para ensamblar los bloques de la fachada.
Fenómeno solar
En la ubicación original, la perfecta orientación de Abu Simbel hacía que dos veces al año, y con una precisión matemática, los rayos del sol penetraran en el templo hasta el santuario, situado en lo más profundo, iluminando las estatuas de Amón, Ra, y Ramsés, y quedando sólo la cara del dios Ptah en penumbra, seguramente de forma intencionada, ya que era considerado el dios de la oscuridad. Las fechas en las que este fenómeno tenían lugar eran el 21 de febrero, fecha del nacimiento de Ramsés II, y el 21 octubre, fecha de su coronación.Este fenómeno fue tenido en cuenta por los ingenieros en su traslado aunque debido a un error en el emplazamiento del templo y/o al desplazamiento acumulado del Trópico de Cáncer, durante los últimos 3.280 años, estos dos hechos se han desplazado un día (ahora se producen más próximos al solsticio de invierno), por lo que el fenómeno sucede el 22 de octubre y el 20 de febrero (60 días antes y 60 días después del solsticio, respectivamente). Hoy, el sol sigue conmemorando la gloria del gran faraón, pero con un retraso de un día.
Fuentes:
Coscorronderazon [blog que recomiendo], Icomos [Eng,Pdf], Skytamer, Egiptoforo, Enelvallearte, Life, Unesco [Pdf], Mupart [Pdf], Flickr I, Flickr II, Flickr III, Flickr IV.
Muy interesante. Acabo de descubrir el blog, y llevo un buen rato asombrado.
ResponderEliminarEnhorabuena por este gran trabajo, y ánimo.
Muchas gracias por tu comentario y por los ánimos.
ResponderEliminarMe alegro, además, de que te guste porque la principal razón de ser de este blog (de la inmensa mayoría, supongo) sois los lectores. Un saludo.
A mi me parece una barbaridad que se haya cortado el monumento en minibloquecitos de 20 toneladas. Los egipcios en su tiempo podían mover obeliscos de 30 toneladas, ¿por qué no se ha trasladado en bloques más grandes? Puede que ahora no se noten mucho las uniones, pero con el paso del tiempo y la erosión irán a peor.
ResponderEliminarPerdón, quería decir que los egipcios podía mover obeliscos de 300 toneladas: "El obelisco de Hatshepsut, construido en el año 1.457 a. C. durante la XVIII Dinastía, es el segundo más grande de todos los antiguos obeliscos egipcios. Formado por una única pieza de granito rosa, tiene una altura de 28,58 metros y su peso es de 343 toneladas. Está ubicado en el Gran Templo de Amón, en Karnak."
ResponderEliminarPor lo que he leído para escribir el post, en la decisión inlfuyeron tres aspectos: coste, riesgo de la operación y conservación de los templos. Y de los tres, el que tuvo más peso fue el económico. No sé si primó muy por encima de los otros dos pero intuyo que sí (ten en cuenta que Egipto no podía llevar a cabo, él solo, ni siquiera la opción más barata, que era la que se tomó de cortar los templos en bloques).
ResponderEliminarSí sé que hubo un proyecto que consistía en mover cada uno de los templos individualmente (como un solo bloque) que se rechazó, además de por su coste desorbitado, porque suponía un "experimento", nunca antes realizado.
Como bien dices esto puede (va a) pasar factura a los templos en el futuro. Veremos que pasa.
Un saludo y gracias por tu aporte.
Hace no mucho visité la reconstrucción del templo de Debod, en el monte del Príncipe Pío de Madrid. Una de las cosas que me chocaron de la visita fue saber que ese templo estuvo en realidad sumergido dentro de las aguas del lago Nasser. Otra es que existió una polémica a su llegada a España, si instalarlo en su emplazamiento actual o en el Palmeral de Elche (más propio, creo yo).
ResponderEliminarEs cierto, hubo polémica por el emplazamiento. Creo que además de Elche también Barcelona y Almería optaban a acoger el templo. No sé en que se basaron para la decisión, pero creo que en el simple hecho de ser la capital (para que nos vamos a romper la cabeza dirían).
ResponderEliminarLa historia de un templo de 2.200 años construido en Egipto, que se pasó 54 años sumergido (9 meses al año) y que acabó en Madrid es digna de un artículo propio.
Por cierto si alguno está interesado la historia del templo de Debod y su traslado le recomiendo que lea este artículo.
ResponderEliminarExcelente trabajo. Las fotografías son buenas. Pero algunas fotografías son muy atiguas, pero muy bien tomadas para serlo, las del color se ven mejor. Y ese desbordaje del río Nilo se llama limo, por llamarlo de alguna otra forma.
ResponderEliminar:O
ResponderEliminarMajestuosos!!!!
ResponderEliminaranonimo, los egipcios nunca movieron semejantes blokes,asi como nunca costruyeron las piramides, y si no te parece estraño que en el tiempo tan avanzado de este proyecto con tales tecnologias hayan instalado 2200 bloques en 5 años, dime como rayos los egipcios instalaron 2 millones de piedras en 20 años, leee bien 2200 -5 años(tecnologia moderna), 2 millones-20 años(instrumentos de cobre, martillos de piedrs) 😂😂😂
ResponderEliminarEn ese MONUMENTAL trabajo participo Alberto Rex González, Argentino, Médico, Arqueólogo y Antropólogo, Introdujo al país los estudios con Carbono !4. Pionero de la Arqueología moderna, entre otras cosas analizó la Cueva de Inti Huasi (San Luis) y escribió varios libros entre los que figuran "Trastos dispersos", era la época de la Argentina del MERITO.
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