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Lejos de ser una historia romántica, la construcción de la Estatua de la Libertad está llena de dificultades. Dificultades económicas y políticas que complicaron su construcción y que incluso estuvieron a punto de provocar que se erigiese en una ciudad distinta a Nueva York.
Todo comenzó en 1865 cuando un jóven escultor francés llamado Frédéric-Auguste Bartholdi acudió a un banquete cerca de Versalles. Allí conoció y conversó con Edouard de Laboulaye, un prominente jurista e historiador francés de la época. De Laboulaye, un gran admirador de los Estados Unidos, observó que el centenario del país, que se celebraría en 1876, se acercaba, y pensó que sería una buena idea para Francia el hacer un regalo a la jóven nación para conmemorar tal evento. ¿Pero qué tipo de regalo? se preguntó Laboulaye. Bartholdi vió una inmejorable ocasión de llevarse la conversación a su terreno y propuso una estatua gigantesca de alguna clase. La idea fue bien acogida pero se quedo en eso, una idea, y tendrían que pasar casi seis años para que el proyecto diese sus primeros pasos.
Todo comenzó en 1865 cuando un jóven escultor francés llamado Frédéric-Auguste Bartholdi acudió a un banquete cerca de Versalles. Allí conoció y conversó con Edouard de Laboulaye, un prominente jurista e historiador francés de la época. De Laboulaye, un gran admirador de los Estados Unidos, observó que el centenario del país, que se celebraría en 1876, se acercaba, y pensó que sería una buena idea para Francia el hacer un regalo a la jóven nación para conmemorar tal evento. ¿Pero qué tipo de regalo? se preguntó Laboulaye. Bartholdi vió una inmejorable ocasión de llevarse la conversación a su terreno y propuso una estatua gigantesca de alguna clase. La idea fue bien acogida pero se quedo en eso, una idea, y tendrían que pasar casi seis años para que el proyecto diese sus primeros pasos.
Hacia 1871, Bartholdi ya tenía la mayor parte de los detalles resueltos, en su mente, claro: el monumento americano sería una estatua colosal de una mujer y se llamaría "La libertad ilumina el mundo". El coste sería sufragado por los franceses, y el pedestal sobre el que se asentase estaría financiado y construido por los Americanos.
En junio de 1871, Bartholdi viajó a Estados Unidos. Durante el viaje escogió la Isla de Bedloe, conocida posteriormente como la "Isla de la Libertad", para situar su escultura y, durante los 5 meses siguientes, trató de conseguir apoyos para su proyecto viajando por todo el país. Pasado ese tiempo volvió a Francia, donde el gobierno de Emperador Napoléon III (el sobrino de Napoléon Bonaparte) era abiertamente hostil a los ideales democráticos y republicanos en los que se inspiraba la Estatua de Libertad. Por ello Bartholdi procuró pasar desapercibido hasta 1874, cuando fue proclamada la Tercera República tras la derrota de Napoléon III en la Guerra franco-prusiana.
En junio de 1871, Bartholdi viajó a Estados Unidos. Durante el viaje escogió la Isla de Bedloe, conocida posteriormente como la "Isla de la Libertad", para situar su escultura y, durante los 5 meses siguientes, trató de conseguir apoyos para su proyecto viajando por todo el país. Pasado ese tiempo volvió a Francia, donde el gobierno de Emperador Napoléon III (el sobrino de Napoléon Bonaparte) era abiertamente hostil a los ideales democráticos y republicanos en los que se inspiraba la Estatua de Libertad. Por ello Bartholdi procuró pasar desapercibido hasta 1874, cuando fue proclamada la Tercera República tras la derrota de Napoléon III en la Guerra franco-prusiana.
Obtener los 400.000 dólares que Bartholdi estimó serían necesarios para construir la estatua en Francia no iba a ser tarea fácil. El trabajo se paraba con frecuencia por falta de fondos. Para superar este problema se creó en 1874 la llamada Unión Franco-Americana, con el propósito de organizar la recaudación de fondos para la construcción del monumento. Para ello se utilizaron todos los medios de la época, artículos en la prensa, espectáculos, banquetes, impuestos, lotería, etc...
Faltaban dos años para la celebración del centenario americano y tantas demoras habían hecho que ya nadie, incluido Bartholdi, pensase que la estatua podía estar construida para 1876. A pesar de ello Bartholdi continuó con su trabajo y buscó un ingeniero para que hiciera el diseño de la estructura interna de la estatua. Gustave Eiffel, que por aquel entonces aún no había construido la famosa torre que lleva su nombre, fue contratado para llevar a cabo dicha labor. Él sería el encargado de crear una estructura interna que soportase la estatua y diseñar un esqueleto que permitiera que la piel de cobre se mantuviera verticalmente.
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Siguiendo los planos de Gustave Eiffel, la estructura interior se fabricó en hierro recubierto con cobre, y estaría anclada al pedestal por un enorme poste central, dado que que el peso de la estatua sería de 225 toneladas.
En junio de 1884 el monumento estaba terminado. Bartholdi lo había erigido en un patio al lado de su estudio en París. El plan original era desmontarlo en cuanto estuviese completado y enviarlo a los Estados Unidos, donde sería instalado encima de un pedestal en la Isla de Bedloe.
Pero las obras del pedestal avanzaban muy lentas o, directamente, no avanzaban. El caso era que, con la estatua terminada, la base no estaba todavía construida y no había visos de que lo fuese a estar en poco tiempo. Pero lejos de solucionarse, los problemas crecieron. En septiembre de 1884 las obras habían cesado por falta de fondos y todavía eran necesarios 100.000$ más para finalizarlo. Como el dinero no aparecía por ninguna parte Boston, Cleveland, Filadelfia, y San Francisco comenzaron a competir para traer la Estatua de Libertad a sus ciudades.
La recaudación de fondos para llevar a cabo la construcción de la base en Estados Unidos se encontraba bajo responsabilidad del Fiscal General, William M. Evarts. Pero debido a la falta de resultados en la obtención de financiación tuvo que abandonar su puesto y fue asignado a tal labor Joseph Pulitzer, director del periódico New York World. Durante más de cinco meses, comenzando el 16 de marzo de 1885, Pulitzer pidió a sus lectores día tras día que enviaran lo que pudieran. Ningún lector era demasiado humilde, ninguna donación demasiado pequeña, cada persona que se contribuyera recibiría una mención en el periódico. Su llamada fue atendida y el 11 de agosto de 1885 se habían recaudado 120.000$. Finalmente la estatua viajaría a Nueva York.
En junio de 1884 el monumento estaba terminado. Bartholdi lo había erigido en un patio al lado de su estudio en París. El plan original era desmontarlo en cuanto estuviese completado y enviarlo a los Estados Unidos, donde sería instalado encima de un pedestal en la Isla de Bedloe.
Pero las obras del pedestal avanzaban muy lentas o, directamente, no avanzaban. El caso era que, con la estatua terminada, la base no estaba todavía construida y no había visos de que lo fuese a estar en poco tiempo. Pero lejos de solucionarse, los problemas crecieron. En septiembre de 1884 las obras habían cesado por falta de fondos y todavía eran necesarios 100.000$ más para finalizarlo. Como el dinero no aparecía por ninguna parte Boston, Cleveland, Filadelfia, y San Francisco comenzaron a competir para traer la Estatua de Libertad a sus ciudades.
La recaudación de fondos para llevar a cabo la construcción de la base en Estados Unidos se encontraba bajo responsabilidad del Fiscal General, William M. Evarts. Pero debido a la falta de resultados en la obtención de financiación tuvo que abandonar su puesto y fue asignado a tal labor Joseph Pulitzer, director del periódico New York World. Durante más de cinco meses, comenzando el 16 de marzo de 1885, Pulitzer pidió a sus lectores día tras día que enviaran lo que pudieran. Ningún lector era demasiado humilde, ninguna donación demasiado pequeña, cada persona que se contribuyera recibiría una mención en el periódico. Su llamada fue atendida y el 11 de agosto de 1885 se habían recaudado 120.000$. Finalmente la estatua viajaría a Nueva York.
Para transportarla se hizo necesario desarmar la estatua. El desmantelamiento comenzó en enero de 1885. La estatua, fue enviada a Rouen en tren y bajó por el Río Sena en barco, antes de su llegada al puerto de Le Havre. El monumento llegó a Nueva York el 17 de junio de 1886, a bordo de una fragata francesa llamada "Iserese" y recibió una bienvenida triunfal. Para hacer posible la travesía del Atlántico, la estatua fue desmantelada en 350 piezas, divididas en 214 cajas. Tras la llegada del monumento se reensambló en tan solo cuatro meses. El 28 de octubre de 1886, la estatua de la Libertad fue inaugurada en Nueva York, en presencia del presidente Grover Cleveland. El monumento, que quería ser un regalo para celebrar el centenario de la independencia americana, había llegado con diez años de retraso.
Fuentes: Neatorama, nps.gov, nyc-architecture.com.
Fotos: I, II, III, IV, V.
Fuentes: Neatorama, nps.gov, nyc-architecture.com.
Fotos: I, II, III, IV, V.
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