La paradisiaca isla de Sipadan
A comienzos de la década de 1980, el famoso explorador oceánico Jacques Yves Cousteau y su equipo realizaron una visita a la isla de Sipadan, frente a las costas de Borneo para rodar un documental sobre sus cristalinas aguas.
Uno de los aspectos más destacados en esa película fue el descubrimiento de una misteriosa cueva en la que hallaron gran cantidad de huesos y esqueletos de tortugas marinas. Esto hizo pensar al propio Cousteau y su grupo, a falta de una mejor explicación, que se trataba de una especie de cementerio de tortugas. Un lugar al que estos animales, sintiendo que su final estaba muy próximo, acudían de forma intencionada para morir. Lo cierto es que tales cementerios de tortugas marinas, al igual que pasaba con aquellos de elefantes, tan solo existen en la imaginación y lo que sucede en realidad parece ser algo muy distinto.
Uno de los aspectos más destacados en esa película fue el descubrimiento de una misteriosa cueva en la que hallaron gran cantidad de huesos y esqueletos de tortugas marinas. Esto hizo pensar al propio Cousteau y su grupo, a falta de una mejor explicación, que se trataba de una especie de cementerio de tortugas. Un lugar al que estos animales, sintiendo que su final estaba muy próximo, acudían de forma intencionada para morir. Lo cierto es que tales cementerios de tortugas marinas, al igual que pasaba con aquellos de elefantes, tan solo existen en la imaginación y lo que sucede en realidad parece ser algo muy distinto.
Carteles que avisan a los buceadores de la entrada a la cueva.
Las tortugas que deambulan por las cercanías de la cueva en ocasiones se adentran en ella, tal vez para descansar, para ocultarse de un depredador, o quizás tan sólo por curiosidad. Una vez en el interior de la cueva suele ocurrir que se pierdan o se desorienten debido a la oscuridad. Cuando sienten la necesidad de ascender a la superficie para tomar aire, no pueden encontrar el camino de vuelta e irremediablemente se ahogan. Esta explicación, aunque no tan romántica como la de Cousteau, parece tener más sentido y es la aceptada actualmente.
Sipadan Cave Diving - Youtube [11:37]
La entrada de la cueva está situada pocos metros por debajo de la superficie y se sumerge hasta una profundidad de unos 600 metros. Está formada por un intrincado laberinto de cámaras conectadas entre sí por estrechos túneles que serpentean en todas las direcciones. La parte inferior de la cueva está cubierta por una fina capa de arena que se levanta al más mínimo contacto con ella y la oscuridad es total prácticamente desde la boca de la cueva. Todo ello hace que adentrarse en la Cueva de la Tortuga, como ya es conocida, sea muy peligroso para cualquier animal que necesite salir a la superficie para respirar. Prueba de ello es que además de esqueletos de tortugas se han encontrado esqueletos de otros mamíferos como delfines.
Los esqueletos de tortuga se amontonan en el interior de la caverna
A pesar de ello la cueva es un imán para buceadores por lo que las autoridades han decidido poner varias señales en su entrada, a 24 metros de profundidad, advirtiendo de la peligrosidad de entrar. Lástima que las tortugas no lo puedan entender.
Fuentes: therightblue.com, divesitedirectory.co.uk
Fotos: outdoors.webshots.com
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